lunes, 27 de diciembre de 2010

Sobre las Redes Sociales

  ¿A qué se debe el éxito de las redes sociales como Facebook? Creo que, principalmente, al tipo de uso que le damos. Intentaré explicarme. ¿Qué es lo que hacíamos de niños cuando venía alguien a nuestra casa? A todos nos gustaba enseñarle a los amigos las cosas chulas que teníamos. ¿Qué le gusta hacer a cualquier niño cuando le regalan ese juguete que tanto mola? Lo que más satisfacción le causa, a parte de jugar,  es fardar de ese juguete, presumir de lo que tiene. Y es en ese tipo de actitud y comportamiento donde creo que radica el éxito de estas redes sociales.
  De mayores quizá no nos guste presumir tanto de lo que tenemos, sino de lo que hacemos o de lo que sentimos. Si analizamos el principal uso que se le da a dichas redes sociales encontramos que en su mayoría es del tipo “este lunes me voy de vacaciones a Jamaica”, “mis fotos de la última juerga”, “cuanto quiero a Lucas”, y cosas por el estilo. Pocas veces lo usamos para comunicar algo pensando en los demás en lugar de en nosotros mismos. Sin embargo esto es contradictorio. Normalmente cuando nos sentimos contentos de verdad no necesitamos exteriorizarlo más allá de las pocas personas que son realmente de nuestra confianza. Decir lo bien que nos sentimos a los cuatro vientos suele ser consecuencia de algo más profundo, carencias de las que quizá ni siquiera seamos conscientes.
  Me gusta ver que la gente empiece a expresar sus ideas, a exteriorizar cosas que le inquieten en su interior, que comuniquen algo que sea gratificante de leer, en lugar de usarlo principalmente de diván psicológico en el que sacan a relucir las “cosas maravillosas” que les pasan en su vida. Si tienes un juguete que te encanta, entonces juega, disfruta con él, en vez de usarlo tan solo para presumir. Si ese juguete es tan bueno como parece, entonces utilízalo.
  Hay otro tipo de uso que se le da a las redes sociales, el de asomarse por el ojo de la cerradura. Uso que en exceso tampoco sea recomendable. A todo el mundo le gusta cotillear lo que hace este y el otro. George Orwell anticipó en su novela “1984” un futuro en el que el gobierno controlaba a la gente instalando cámaras por todas partes, para ver lo que hacían en todo momento. Unos cuantos años después de ser escrita esta novela de ficción, somos nosotros mismos quienes montamos las cámaras, de buena gana y sin que nadie nos obligue. Hay que usarlo con cabeza y sin dejarse atrapar por la telaraña que forma la red social.

  No sé si esto resulta demasiado crítico, ya que es muy fácil caer en este tipo de usos. Yo mismo lo he hecho alguna vez. Ni tampoco seré tan radical como el músico Andrés Calamaro, que cuando cerró su cuenta en Twitter, dijo sobre la red social: "140 caracteres [el espacio que deja escribir en cada mensaje] pueden metérselos profundo en el medio del ojete, me importa tres pepinos perder un segundo más en el rebaño de boludos con blackberry o lo que es peor.... conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles". Hay gustos y opiniones para todos. Yo tan solo lo dejo ahí para la reflexión.

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