¿Recordáis la histeria colectiva que vivimos hace tan poco? ¿Qué ha pasado con la gripe del pollo? ¿Vacunaron pollo por pollo y la enfermedad ha desaparecido del planeta Tierra? Por que hasta donde yo sé, la gripe normal y corriente sigue año tras año. Quizá los pollos saben algo que nosotros no sabemos. Hay quien sostiene que todo fue un montaje creado por la industria farmacéutica, de hecho algunas se hicieron multimillonarias, ya que varios gobiernos compraron dosis a mansalva, dosis que ahora se estarán caducando en alguna estantería llena de polvo. Millones de euros con los que se podían haber hecho muchas cosas, más ahora en estos tiempos que corren.
Quizá sea una estrategia el crear nuevo virus, extenderlos y luego vender las vacunas. Desde luego que como negocio es redondo. Lo malo es que alguna vez creen algún virus que ni ellos mismos puedan controlar. Hablando con un amigo me comentó que tal vez el virus del sida había surgido de esta manera, en el mejor banco de pruebas del mundo, en África.
Está claro que es bueno que los buenos fármacos que son necesarios avancen y nos ayuden en nuestra vida ordinaria. Pero en lugar de fomentar tanta vacuna y medicamento, se podían extender hábitos y costumbres que nos mantengan saludables de una forma natural, tanto físicos como mentales, todo va unido, “mens sana in corpore sano”. En mi opinión, muchas enfermedades surgen como consecuencia de problemas con nuestra mente y desequilibrios internos e inconscientes de nuestra personalidad. Estoy convencido de que nuestra propia mente es capaz de curar muchas más enfermedades de las que creemos, o si no, ¿por qué resultan eficaces los placebos? Se podía dedicar más esfuerzo y dinero a investigar todas estas cosas, pero con esto nadie ganaría dinero, así que no interesa. Es mucho más interesante que nos gastemos millones en vacunas y medicamentos, sirvan o no, o incluso en clínexs para las palomas.
martes, 28 de diciembre de 2010
lunes, 27 de diciembre de 2010
Sobre las Redes Sociales
¿A qué se debe el éxito de las redes sociales como Facebook? Creo que, principalmente, al tipo de uso que le damos. Intentaré explicarme. ¿Qué es lo que hacíamos de niños cuando venía alguien a nuestra casa? A todos nos gustaba enseñarle a los amigos las cosas chulas que teníamos. ¿Qué le gusta hacer a cualquier niño cuando le regalan ese juguete que tanto mola? Lo que más satisfacción le causa, a parte de jugar, es fardar de ese juguete, presumir de lo que tiene. Y es en ese tipo de actitud y comportamiento donde creo que radica el éxito de estas redes sociales.
De mayores quizá no nos guste presumir tanto de lo que tenemos, sino de lo que hacemos o de lo que sentimos. Si analizamos el principal uso que se le da a dichas redes sociales encontramos que en su mayoría es del tipo “este lunes me voy de vacaciones a Jamaica”, “mis fotos de la última juerga”, “cuanto quiero a Lucas”, y cosas por el estilo. Pocas veces lo usamos para comunicar algo pensando en los demás en lugar de en nosotros mismos. Sin embargo esto es contradictorio. Normalmente cuando nos sentimos contentos de verdad no necesitamos exteriorizarlo más allá de las pocas personas que son realmente de nuestra confianza. Decir lo bien que nos sentimos a los cuatro vientos suele ser consecuencia de algo más profundo, carencias de las que quizá ni siquiera seamos conscientes.
Me gusta ver que la gente empiece a expresar sus ideas, a exteriorizar cosas que le inquieten en su interior, que comuniquen algo que sea gratificante de leer, en lugar de usarlo principalmente de diván psicológico en el que sacan a relucir las “cosas maravillosas” que les pasan en su vida. Si tienes un juguete que te encanta, entonces juega, disfruta con él, en vez de usarlo tan solo para presumir. Si ese juguete es tan bueno como parece, entonces utilízalo.
Hay otro tipo de uso que se le da a las redes sociales, el de asomarse por el ojo de la cerradura. Uso que en exceso tampoco sea recomendable. A todo el mundo le gusta cotillear lo que hace este y el otro. George Orwell anticipó en su novela “1984” un futuro en el que el gobierno controlaba a la gente instalando cámaras por todas partes, para ver lo que hacían en todo momento. Unos cuantos años después de ser escrita esta novela de ficción, somos nosotros mismos quienes montamos las cámaras, de buena gana y sin que nadie nos obligue. Hay que usarlo con cabeza y sin dejarse atrapar por la telaraña que forma la red social.

No sé si esto resulta demasiado crítico, ya que es muy fácil caer en este tipo de usos. Yo mismo lo he hecho alguna vez. Ni tampoco seré tan radical como el músico Andrés Calamaro, que cuando cerró su cuenta en Twitter, dijo sobre la red social: "140 caracteres [el espacio que deja escribir en cada mensaje] pueden metérselos profundo en el medio del ojete, me importa tres pepinos perder un segundo más en el rebaño de boludos con blackberry o lo que es peor.... conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles". Hay gustos y opiniones para todos. Yo tan solo lo dejo ahí para la reflexión.
De mayores quizá no nos guste presumir tanto de lo que tenemos, sino de lo que hacemos o de lo que sentimos. Si analizamos el principal uso que se le da a dichas redes sociales encontramos que en su mayoría es del tipo “este lunes me voy de vacaciones a Jamaica”, “mis fotos de la última juerga”, “cuanto quiero a Lucas”, y cosas por el estilo. Pocas veces lo usamos para comunicar algo pensando en los demás en lugar de en nosotros mismos. Sin embargo esto es contradictorio. Normalmente cuando nos sentimos contentos de verdad no necesitamos exteriorizarlo más allá de las pocas personas que son realmente de nuestra confianza. Decir lo bien que nos sentimos a los cuatro vientos suele ser consecuencia de algo más profundo, carencias de las que quizá ni siquiera seamos conscientes.
Me gusta ver que la gente empiece a expresar sus ideas, a exteriorizar cosas que le inquieten en su interior, que comuniquen algo que sea gratificante de leer, en lugar de usarlo principalmente de diván psicológico en el que sacan a relucir las “cosas maravillosas” que les pasan en su vida. Si tienes un juguete que te encanta, entonces juega, disfruta con él, en vez de usarlo tan solo para presumir. Si ese juguete es tan bueno como parece, entonces utilízalo.
Hay otro tipo de uso que se le da a las redes sociales, el de asomarse por el ojo de la cerradura. Uso que en exceso tampoco sea recomendable. A todo el mundo le gusta cotillear lo que hace este y el otro. George Orwell anticipó en su novela “1984” un futuro en el que el gobierno controlaba a la gente instalando cámaras por todas partes, para ver lo que hacían en todo momento. Unos cuantos años después de ser escrita esta novela de ficción, somos nosotros mismos quienes montamos las cámaras, de buena gana y sin que nadie nos obligue. Hay que usarlo con cabeza y sin dejarse atrapar por la telaraña que forma la red social.

No sé si esto resulta demasiado crítico, ya que es muy fácil caer en este tipo de usos. Yo mismo lo he hecho alguna vez. Ni tampoco seré tan radical como el músico Andrés Calamaro, que cuando cerró su cuenta en Twitter, dijo sobre la red social: "140 caracteres [el espacio que deja escribir en cada mensaje] pueden metérselos profundo en el medio del ojete, me importa tres pepinos perder un segundo más en el rebaño de boludos con blackberry o lo que es peor.... conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles". Hay gustos y opiniones para todos. Yo tan solo lo dejo ahí para la reflexión.
sábado, 25 de diciembre de 2010
Mi nombre es Bond, James Bond
![]() |
| Daniel Craig |
Y es que algo tienen que tener las películas de 007 cuando se han convertido en la franquicia más duradera del cine. Hasta ahora 6 actores han dado vida al personaje, Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig. Cada persona tendrá sus preferencias, yo me quedo con Connery, Moore y Craig.
¿Qué caracteriza las películas del agente secreto? Como no, una mezcla realmente explosiva, y no me refiero al Martini con Vodca. Aventura, espionaje, chicas Bond, villanos perversos y lujo y acción por todo lo alto. ¿Qué más se puede pedir para pasar un buen rato y olvidarte de los asuntos terrenales? Mis tres películas favoritas hasta la fecha son “Goldfinger” (1964, con Connery), “Solo para tus ojos” (1981, con Moore) y “Casino Royale” (2006, con Craig).
Algunos de los rasgos comunes de Bond son su lealtad a Su Majestad, los artilugios de espía (proporcionados por Q), sus devaneos con Moneypenny, su incansable carácter seductor, su frialdad ante el peligro…
Tras la noticia de que la próxima película de Bond había sido cancelada, los fans estamos de enhorabuena. Se ha anunciado que a finales de 2011 se iniciará el rodaje, para estrenarla el 9 de noviembre del 2012. La dirección será de Sam Mendes y Craig repite como Bond. Habrá que esperar bastante. Mientras tanto, podemos seguir disfrutando las otras 22 películas, con una chica a un lado y un combinado al otro, por supuesto todo ello mezclado, no agitado.
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